lunes, 31 de agosto de 2009

Post miminuto: ausencias

1. La Ramona PonceBorja estuvo con nosotros el fin de semana. Corretearon con Pedro el perro todo lo que les dio la gana. La fui a dejar ayer donde la Dolores. Y desde esta mañana estoy aprendiendo a sufrir la melancolía del Pedro por la ausencia de la Ramona. El Pedro está perdidamente enamorado de ella.
2. Hay una canción que se llama "Ausencia", cantada por Cesária Évora. Es verdaderamente hermosa. Oí esa canción hace muchos años y la tenía en un disco junto con otras canciones que escuchaba mucho en una época en la que yo estaba entre triste y desesperada. La misma época en la que con un grupo selecto de gente (en realidad creo que sólo la Flo y yo) nos volvimos adictas a la primera temporada de Operación Triunfo. Polémico, pero real. Fue la única temporada que nos jalamos y con fidelidad. Lo cierto es que en ese disco estaba también una canción que se llama "Noches de bohemia" cantada por Manu Tenorio y Nuria Fergó, de OT... Y yo me iba de mocos. "Ausencia" está originalmente en el soundtrack de "Underground" de Kusturica.
3. Me ha dado una suerte de melancolía adelantada pensando en el viaje a la yoni que es inminente.

viernes, 28 de agosto de 2009

Historias tristes

Regresamos con Alicia el miércoles de nuestro viaje a la costa. Estuvo riquísimo. La ruta del sol, que ahora se llama ruta spondylus, está llena de playas de maravilla. Creo que de todas la que más me gustó fue Ayangue, como a cuarenta minutos de Salinas. A esa playa había ido desde niña, porque a mi familia le encantaba ir a comer langostas allá. Ahora está un poco cambiada, pero preserva su belleza de antes. Playa en herradura, como casi todas las de esa zona, su longitud es incluso menor a la de los frailes, muchos botes, cabañas de restaurantes... Ayangue me transmite la sensación de lo justo, no hay excesos, como sí los hay en el centro de Montañita, por ejemplo. Fuimos a ver a los amantes de Sumpa, dos veces, pero solo la segunda nos dejaron pasar, en ninguna le atinamos al horario de atención del museo. La verdad es que sí resulta muy conmevedor el gesto, la postura de esas calaveras. Espero sinceramente que hayan sido felices en vida. Vimos a las ballenas en Pto. López, espectáculo que también resulta conmovedor. Llegamos hasta Manta. Ahí nos recibió Sandra en su casa. Y nos contó una triste historia. Un biólogo amigo suyo, vio cómo una jorobada, con su cuerpo, defendía a su ballenato del ataque de una orca. Las embestidas brutales de la ballena asesina fueron mortales cuando la jorobada, en un intento desesperado de protección a su hijo, lo sube a su lomo. La orca mató a la jorobada y se comió al ballenato. Fin de la historia.
Fuimos a Montecristi. Ahí conocimos el museo de las hermanas Largacha. Ellas mismas reciben a sus visitantes. Maruja Largacha, nos deleitó con su acordeón. Tocó, entre otras, "Fumando espero", tema que en los cincuentas hiciera famoso Sarita Montiel. Aquí una foto de Maruja:
Pasamos en Guayaquil unos tres días antes de regresar a Quito. Durante mi viaje, pensé en Quito. Me gusta esta ciudad en la que vivo. La plena que me gusta mucho. Y me vino a la mente, la imagen de uno de mis últimos recorridos por Quito, antes de viajar a la costa. Es para mí una historia triste. En el carro, por la Coruña de norte a sur, antes de llegar al redondel de Artigas, de repente, como en un mal sueño, aparece una monstruosidad frente a uno. Un edificio que se ha vendido como el más moderno edificio de negocios de Quito, es en realidad el más horrible adorno, el espantapájaros, el agua envenenada, la estaca asesina de la Floresta. A mí personalmente, me parece un edificio horroroso. La figura del círculo me priva, pero quien diseñó ese armatoste, logró hacerme sentir que el círculo también puede servir para el mal... Bueno, pero cada quien tiene su gusto, a lo mejor, a alguien le parece una hermosura. En todo caso, a mí me molesta la ubicación del edificio. Está en una esquina en donde es imposible no verlo y en un barrio en el que desentona a todas luces. Ayer conversábamos con el Juampi sobre esto y él me decía que debería haber algún tipo de ordenanza municipal sobre la estética arquitectónica de algunos barrios, como ocurre en muchas ciudades donde se maneja una política de preservación de ciertos paisajes urbanos. Me parece horrible y una batraciada sin nombre haber permitido tremendo horror en esa esquina de la Coruña y 12 de Octubre. Habrá que esperar mil años para que sea ruina.
Las ciudades van creciendo; espero -quizá románticamente- que en ese crecimiento Ayangue no pierda eso que tanto me atrae de su paisaje, de su estar ahí. Quito es linda, pero ojalá no se siga llenando de lunares feos que no hay como extirpar.

domingo, 16 de agosto de 2009

Tráemelo

Estamos en Guayaquil, con Alicia. Mañana lunes empezamos nuestro viaje por la ruta del sol. Nos vamos en bus hasta Salinas. De ahí, en carro prestado, nos vamos hasta Manta. Me gusta viajar, pero no me gusta manejar cuando hay tráfico. Nos quedamos estos días en Guayaquil para pasar un tiempo con nuestras familias. A mi mami la operaron de la rodilla. Salió todo bien. Tenía el menisco roto y de paso le fueron limpiando unos cartílagos y reacomodando la rótula. Salió caminando del hospital al día siguiente. Mi mami es una mujer fuerte, pero nerviosa. Me quedé durmiendo con ella los dos días de hospital, aunque no era necesario por el tipo de cirugía. He pasado mucho tiempo con mis sobrinas, sobre todo, con la Titi, porque la Cosa como que ya está en otras. Con la Titi jugamos ful. Sospecho que me mira como su compañera de juegos, cosa que no resulta tan tirada de los pelos ya que se me da con facilidad lo de entretenerme con ciertos juegos de niños. Me mira y me trata como a su igual. A pesar de que soy mucho más grande que ella. En tamaño, al menos.
Alicia anteanoche tuvo un sueño feo. Estuvo triste toda la mañana. No nos vimos sino hasta la noche. No me gusta que Alicia esté triste. Y menos por sueños feos. La Titi dice que los sueños feos dan miedo y que lo único bueno que se puede hacer es despertarse. En la noche, salimos con unas amigas suyas, de Alicia. Yo no hablo mucho, pero escucho. Hay gente tan diferente en este mundo: gente bruta y astuta; vírgenes y prostitutas; pobre, ricos, clase media... En fin. Estas dos amigas con quienes salimos anoche son muy distintas entre ellas, personas interesantes, con tormentos y actitudes diferentes, pero sometidas al mismo calor ecuatorial, húmedo, sofocante de Guayaquil. Y a los mosquitos, por supuesto. Y -sospecho- a los mismos deseos.
Una noche, en el hospital hice el ejercicio de concentrarme mucho en algo. Tuve dos tipos de respuestas. Sobre una de ellas, he escrito en este post. Sobre la otra, mucho menos importante, no voy a escribir nada. Finalmente, los deseos de la gente -incluida yo, si cabe- son todos bien parecidos y suelen tener que ver con la presencia de otros: eros y tanatos, que se dice.
Ha sido un alivio ver a mi mami salir bien de su operación, a la Titi reír y abrazar a Alicia.

viernes, 7 de agosto de 2009

Los semáfaros me dan tres luces celestes


El título de este post es parte de la letra de "Balada para un loco". Esto, porque he estado craneando qué línea seguir en la elección de los cuentos para la clase del cuento hispanoamericano. Sé que he descubierto el agua tibia, pero me ha parecido prudente escoger la línea de la locura. Roberto Arlt, cuyo libro de cuentos El jorobadito acabo de leer, está, por ejemplo, loco. La demencia de Arlt decanta en la demencia de sus narradores o sus protagonistas. Hay un cuento en el que a Arlt se le vuela la teja mal. Un tipo ha salido a la calle desnudo y en el cuarto en el que vive han encontrado muerto a un marinero compañero suyo. Este tipo, el que sale desnudo, empieza a contar un viaje que él ha realizado, un viaje demente, demente, de ciencia ficción, demente. Ese relato es largo, casi aburrido, aunque con destellos de brillantina: "estos espíritus decían, cínicamente, que la utilidad de los manicomios consistía en guardar fuera de peligro el cuerpo de aquellos cuya alma cumplía ciertas necesidades de viaje, de las que no convenía hablar con los que no entienden", por ejemplo. Lo cierto es que al final, en una nota al pie, una voz señala que el relato de este hombre, que pretendía que lo creyeran loco, no lo salvó de la cárcel, acusado de asesino y homosexual. Uno como lector se queda sin saber qué hacer. De ese mundo fantástico en el que el narrador me fue metiendo a pesar de mi propia voluntad, de repente, me jala, me empuja, me hace golpear contra la REALIDAD, de jeta, sin dientes, magullada. Auch. Con el libro en las manos, alelada, pensé que las locuras a las que nos enfrenta Arlt son varias: hay una locura que va de la mano de la violencia, una locura mentirosa, una locura creativa, en fin. Pero me asombra sobre todo, su capacidad de hacernos ver que al final estamos todos un poco locos, porque muchos de sus personajes son gente como tú o yo, enfrentadas a situaciones tan cotidianas como tú o yo, ante las que reaccionan como tú o yo: como DEMENTES. Creo que la genialidad de Arlt radica en que nos hace partícipes de su locura, a nosotros, hombres y mujeres de a pie. Y así, el cuento hispanomericano va tomando forma, forma desbordada de demencia cotidiana y nuestra. Basta pensar en unos pocos cuentistas más: Quiroga, Palacio, Borges, et al.
Vuelvo a la cita de arriba. Siempre habrá quien no entienda, pero para ellos, el silencio. Porque ¿quién mierda entiende que a algunos los semáforos les dan tres luces celestes? ¿Quién entiende que cuando la mirada se desvía se mira mejor?

lunes, 3 de agosto de 2009

Latri plejor nada

Se terminó el fin de semana, qué bueno que ya es mañana, como diríamos con la Flo, porque el chuchaqui de ayer fue persistente. Dormí todo el día, con excepción de un par de horas en las que comí y vi "Roma" con Alicia.
Este fin de semana fue enorme. Tres celebraciones seguidas: despedida de los PonceBorja, cumpleaños de Marieta y cumpleaños de la Flo. Muy divertido. Hubo de todo como en botica y dormí poco, por eso ayer tanto sueño.
El jueves, en la despedida, inició el verguero. Sí me dio y me da y me seguirá dando melancolía de que se vayan mis ñaños los PonceBorja. Pero les veré, dentro de un año or so si todo sale bien. Su casa en Cumbayá ya es un hito. Además un hito a donde hemos ido a parar, en las buenas y en las malas, todos. Para ellos estos fragmentos de "Morada al sur" de Aurelio Arturo:

No todo era rudeza, un aúreo hilo de ensueño
se enredaba a la pulpa de mis encantamientos.
Y si al norte el viejo bosque tiene un tic-tac profundo,
al sur el curvo viento trae franjas de aroma.

[...]

Entre años, entre árboles, circuida
por un velo de pájaros, guirnalda cuidadosa,
casa grande, blanco muro, piedra y ricas maderas,
a la orilla de este verde tumbo, de este oleaje poderoso.

En el umbral de roble demoraba,
hacía ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
el alto grupo de hombres entre sombras oblicuas,
demoraba entre el humo lento alumbrado de remembranzas

El segundo día de la triple jornada, fuimos a la hacienda de la Marieta. La casa de hacienda es muy bacana y está en la cima de un monte, desde donde se puede ver el paisaje de Tulipe: la selva. Alucinante. Los ojos se mejoran de ver tanto verde. Sostiene Alicia que uno de los motivos por los cuales los campesinos suelen tener menos problemas con su visión es la exposición constante a este color. Nos quedamos a dormir en la hacienda, aunque eso de dormir es un decir, porque apenas dormí dos horas. Me levanté a ordeñar a Imelda, una vaca muy amigable y generosa. Lengüetazo, cual ternera, en el pocillo de leche nueva y de vuelta a la casa de hacienda a desayunar con todo. La Marieta es una anfitriona maternal, por decirlo de algún modo. Para ella, este fragmento del "Romance sonámbulo" de Lorca

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

Antiayer, finalmente, fue la fiesta de cumpleaños de mi Flo en la casa de la Sandra. Qué bonita manera de recibirnos: habían dispuesto diferentes ambientes en el patio, la luz perfecta, comida y trago. Llegaron los panas y, después, se armó una fiesta enorme, llegó todo el mundo. Los músicos tocaron delicioso y terminamos unos pocos, ya a la luz del sol, cantando, como debería recibirse al sol más a menudo. Para mi Flo, cumpleañera de cumpleañeras, amor de mis amores, este poema de la Varela:

"Historia"

puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que el aire mueva tus
labios

o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama

Pensándolo mejor, qué pena que ya es mañana.