domingo, 18 de abril de 2010

Ruido blanco

Con placer, he leído el primer número de la Revista ecuatoriana de poesía Ruido blanco, cuyo Comité editorial está conformado por César Carrión, Raúl Pacheco Pérez y Juan José Rodríguez S. y cuyos editores son Juan Carlos Arteaga y Yanko Molina. Se trata de una publicación de la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Cultura (entre paréntesis y sólo entre paréntesis porque gracias a dios existen los paréntesis, la primera página de la revista consta de una presentación escrita por Irving Zapater, que confunde cuarta con tercera y que comenta, fuera de tiesto, desde mi perspectiva, cómo el CNC emprende "esta aventura editorial, así, casi de repente, aprovechando unos pocos recursos sobrantes, luego de hechas las cuentas al final del ejercicio fiscal"). Sobre el nombre de la revista, en el editorial se menciona: "También se sugiere que el ruido blanco posee un ancho de banda -teóricamente- infinito. Ruido blanco pretende ser una revista de poesía con un infinito ancho de banda de cielos abiertos, donde los lenguajes excluidos tienen cabida junto a los lenguajes canónicos, privilegiando -eso sí- las apuestas de riesgo". En formato mediano, visualmente, la revista recuerda un tanto a País secreto. Las ilustraciones son de Pablo Almeida. Consta de cinco secciones: Jinetes del habla (creación), Cabeza quemada (ensayo), Espejo convexo (poética y poesía), Latido mutante (traducción) y Reseñas.
La primera está integrada por poemas de David G. Barreto, Ernesto Carrión y Santiago Vizcaíno. Los poemas de Barreto, impregnados de laconismo y bien logrados, se vuelcan sobre la experiencia primaria con el lenguaje hablado, sobre la escritura, sobre el poema. Los de Carrión apuestan por un lenguaje distendido y cada poema constituye una "pieza" y "prueba irrefutable de la existencia de Calibán". Reflexionan sobre el estar en el mundo del sujeto latinoamericano, develando nuestra forma de mirar al otro, nuestra confusión, nuestra forma de amar. Merece la pena destacar que estos poemas logran una perfección rítmica que delata la madurez del poeta. Los de Vizcaíno presentan imágenes oscuras, doloridas, cargadas de pesadumbre. Si bien rescato la construcción de algunas imágenes poderosas; en desmedro de sus textos, se percibe una apropiación epidérmica de la palabra poética.
La segunda sección consta de un ensayo de Juan José Rodríguez sobre Alejandra Pizarnik. Juan José analiza Del silencio; se refiere a esta composición como índice del sujeto escindido, ya que éste se encuentra "disperso en el texto", difuminado como los colores en una pintura que se aleja de la verosimilitud de lo figurativo, y al silencio como "el único lugar en donde la poesía es todavía mera posibilidad". Sus reflexiones son lúcidas y sus referencias enriquecedoras.
La tercera sección consta de una suerte de poética de Maurizio Medo (Perú), así como de una selección de sus poemas. La cuarta consta de una selección bilingüe de poemas de Yves Bonnefoy (Francia). Finalmente, en la quinta, se reseña El libro del cuerpo de Julio Pazos Barrera, Cuatrocientos cuerpos de Roy Sigüenza -por cierto, el poeta y cineasta Carlos Idrovo ha escrito un guión para largometraje inspirado en la vida del poeta de Portovelo-, El deshielo de Patricio Briceño y Jardín de arena, el último poemario de Cristóbal Zapata.
Mis sinceras felicitaciones a todos los involucrados en la publicación de este primer número.

miércoles, 7 de abril de 2010

para idea

esto que ya no es
ha dejado de ser con vehemencia
como el agua que ya no es
como el dolor que ya no es
como la calma que ya no es