viernes, 16 de octubre de 2009

Tú eres la mula, yo soy el freno

"Bueno", le dijo la mula al freno.
Qué de desencuentros en los últimos días. Y en esta mar de desencuentros, me reencuentro con mi poeta desquilibradoversátilescindido, entre otros, Álvaro de Campos:

"Callos a la manera de Oporto"

Un día, en un restaurante, fuera del espacio y del tiempo,
me sirvieron el amor como unos callos fríos.
Le dije con delicadeza al misionero de la cocina
que los prefería calientes,
que los callos (y eran a la manera de Oporto) nunca se comen fríos.

Se impacientaron conmigo.
Nunca se puede tener la razón, ni en un restaurante.
No los comí, no pedí otra cosa, pagué la cuenta,
y me fui a dar una vuelta por la calle.

¿Quién sabe lo que quiere decir esto?
Yo no lo sé, y fue a mí a quien le sucedió...

(Sé muy bien que en la infancia de todos hubos un jardín
particular o público, o del vecino.
Sé muy bien que nuestro jugar era su dueño.
Y que la tristeza es de hoy.)

Lo sé de sobra,
pero si pedí amor, ¿por qué me trajeron
callos a la manera de Oporto fríos?
No es un plato que se pueda comer frío,
pero me lo trajeron frío.
No protesté, pero estaba frío.
Nunca se puede comer frío, pero llegó frío.

Que los días pasan y que alguien debería dignarse en servirle al poeta callos calientes porque no pasan en vano -los días que no los callos- y uno se va poniendo viejo y salir a la calle con el estómago vacío es siempre un peligro que sólo cuerpos jóvenes, dignos incluso encontrándose vacíos, pueden tolerar sin sufrir algún tipo de espasmo que inicie en la tripa y termine en la garganta ajena, pero conocida.
Qué de desencuentros. Eso me pasa, parafraseando al maestro de de Campos, por enceguecerme. Ando a medias triste, a medias torpe.
Un desencuentro me entristece, el otro me entorpece.
Me siento como el agua que no para y termina en el desagüe. Me despeino y me parece que me sienta bien el cabello a la deriva, como de proa de yate.
Luego me miro con un poco más de atención y me parece que simplemente luzco despeinada. Y vuelvo a pensar en el poeta y su espasmo tripal. Siempre hay alguien peor que uno, porque al menos yo tengo mi desencuentro que me entorpece.
We drink to die, we drink tonight. Hopefully tomorrow night también y la noche siguiente hasta las cachas. Porque recuerda -aunque a veces nos confundamos- que yo soy el freno. O al menos eso intento hacerme creer.

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