martes, 31 de marzo de 2009

Artículos de opinión

El otro día leí en el periódico un artículo de opinión a propósito de los accidentes de aviones de las fuerzas armadas ecuatorianas. En realidad, el autor promovía que se realice una seria investigación sobre el tema, porque, en los últimos tiempos, estos accidentes han costado la vida de muchas personas, entre ellas la de Guadalupe Larriva, y dinero al Estado. El autor hacía una reflexión sobre el mal uso que ciertas autoridades militares hacen de estos aviones. Todo esto, por el accidente penúltimo en el que un avión del ejército se chocó contra un edificio en Guápulo.
Hoy conversé por teléfono con una amiga queridísima que vivió, hasta el día del accidente, en ese edificio. Ella estaba ahí cuando chocó el avión, pero no le pasó nada. Creo que uno no puede dejar de agradecer que haya salido ilesa de un accidente tan grande como ése. Ella y su familia están viviendo en un hotel mientras se llega a un arreglo con las f.f.a.a. Me contaba del miedo de volver a un edificio cuya estructura se vio seriamente afectada con el choque. El edificio está torcido. Al primer temblor o terremoto, es muy probable que se caiga y que la tragedia, al menos para las familias que ahí viven, sea aún peor. Lo justo, demás está decirlo, es que a estas personas que perdieron a sus seres queridos y su cotidianidad, un buen día y sin pedirlo, se les dé todas las facilidades, sin escatimar esfuerzos o recursos, para procurar recomenzar la vida.
Por otro lado, el piloto del avión que se chocó había sufrido otro accidente de aviación unos años antes. En esa ocasión, quien perdió la vida fue su hermano.
Creo que en las cabezas de todos los que vivimos en esta ciudad ha estado rondando la imagen del accidente. No niego en lo absoluto que deba hacerse una investigación y tomar cartas en el asunto para evitar que en función de un uso informal de los recursos del ejército y por ende del dinero de nuestros impuestos sucedan estos accidentes. De hecho, yo también la promuevo. Pero creo que en la severidad de algunos juicios, escatimamos empatía hacia aquellos que sienten dolor, verdadero dolor, a causa de la desgracia ocurrida. Hay algo en la palabra de ese artículo de opinión que me parece que no terminaba de considerar la tregedia humana de las 22 familias que habitaban el edificio, como de la madre y el padre que perdieron a su segundo hijo en un accidente aviatorio. Era una voz indignada -y no sin razón- la que hablaba desde el artículo, una voz que nos remitía a la Historia con mayúscula. Está bien, quizá es necesario el recorderis, pero creo que lo mismo se puede hacer sin perder el sentido de comunidad, de solidaridad, de empatía que decía.
Pero ésta es mi opinión.
Alicia escribió un artículo bien interesante para el telégrafo de este jueves, sobre otros temas. Si pueden, léanlo. A mí me gustó mucho.

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